Estaba Dios sentado en su trono y decidió bajar a la tierra en forma de mendigo sucio y harapiento. Llegó entonces el Señor a la casa de un zapatero y tuvieron esta conversación: -
"Mira que soy tan pobre que no tengo ni siquiera otras sandalias, y como ves están rotas e inservibles. ¿Podrías tu reparármelas, por favor?, porque no tengo dinero".
El zapatero le contesto: -"¿Qué acaso no ves mi pobreza? Estoy lleno de deudas y estoy en una situación muy pobre; y aun así ¿quieres que te repare gratis tus sandalias?"
-" Te puedo dar lo que quieras si me las arreglas."
El zapatero con mucha desconfianza dijo: -"¿Me puedes dar tú el millón de monedas de oro que necesito para ser feliz?"
-"Te puedo dar 100 millones de monedas de oro. Pero a cambio me debes dar tus piernas..."
- "¿Y de que me sirven los 100 millones si no tengo piernas?" El Señor volvió a decir:
-Te puedo dar 500 millones de monedas de oro, si me das tus brazos." -"¿Y que puedo yo hacer con 500 millones si no podría ni siquiera comer yo solo? "El Señor habló de nuevo y dijo:
- "Te puedo dar 1000 millones si me das tus ojos."
- "Y dime; ¿qué puedo hacer yo con tanto dinero si no podría ver el mundo, ni podría ver a mis hijos y a mi esposa para compartir con ellos?" Dios sonrió y le dijo:
-"Ay, hijo mío; ¿cómo dices que eres pobre si te he ofrecido ya 1600 millones de monedas de oro y no los has cambiado por las partes sanas de tu cuerpo?
¡Eres tan rico y no te has dado cuenta! ...".