Se cuenta que, en Glasgow, después de haber pasado 16 años de su vida en el Africa, Livingstone fue invitado a pronunciar un discurso ante el cuerpo estudiantil de la universidad. Los alumnos resolvieron mofarse de quien ellos llamaban "camarada misionero", haciendo, el mayor ruido posible para interrumpir su discurso. Cierto testigo del acontecimiento dijo lo siguiente: "A pesar de todo, desde el momento en que Livingstone se presentó delante de ellos, macilento y delgado, como consecuencia de haber sufrido más de treinta fiebres malignas en las selvas del Africa, y con un brazo apoyado en un cabestrillo, resultado de un encuentro con un león, los alumnos guardaron un gran silencio.
Oyeron, con el mayor respeto, todo lo que el orador les relató, y cómo Jesús le había cumplido su promesa: "He aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo."