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Albert Schweitzer - Premio Nobel de la Paz 1952


albert05.jpg"Un pensamiento muy importante en mi vida es que la felicidad o suerte que nos trae la vida no las podemos considerar como algo evidente, sino que debemos a cambio ofrecer un sacrificio u ofrenda de servicio a los otros." Albert Schweitzer

En el pueblo de Kaysersberg, en Alsacia,  nació el 14 de enero de 1875, el doctor y misionero, Albert Schweitzer. El padre de Schweitzer era un pastor protestante pero como en el pueblo sólo había una iglesia, ésta era compartida por turnos, sin antagonismos y con respeto mutuo, tanto por los protstantes como por los católicos. Niño aún, Albert veía con buenos ojos compartir el mismo templo con los católicos y aunque él era hijo del pastor, sentía atracción por el ambiente de oración y recogimiento que se daban en los rituales católicos.

Entre los catorce o quince años, Albert comenzó a tomar clases de piano con el organista Eugen Munich a los 16 años, el avance interpretativo musical de Alfred era tal, que su maestro le encomendó el acompañamiento de órgano para el Requiem de Brahms.

Para entonces, Alfred Schweitzer, comenzó a darse cuenta que en el mundo existía el dolor y el sufrimiento y germinó en él la idea de ayudar a quienes padecían enfermedades o no habían sido felices. Aunque de manera aún imprecisa, Albert pretendía aliviar el dolor humano como una forma de retribuir a la humanidad lo que él había recibido como un don: la salud y la felicidad. Pasarían todavía algunos años para que Albert concretizara en acciones sus ideales, mientras tanto entró a la universidad de Estrasburgo en 1893. Tras cumplir con el servicio militar, Albert decidió que los siguientes nueve años los dedicaría a la filosofía, la teología y la música y al cumplir los treinta, asumiría, por el resto de su vida, a trabajar en favor de quienes no habían tenido la misma fortuna que él.

Había llegado el momento de cumplir la promesa que se había hecho: dar algo a sus semejantes algo, a cambio de lo mucho que había recibido, pero no sabía qué, cómo y dónde. Cierto día llegó hasta él la revista de la Sociedad Misionera de París, uno de cuyos artículos hacía referencia a la necesidad de médicos para atender a los nativos de África Ecuatorial Francesa. La población de dicha región estaba asolada por el mal del sueño y Schweitzer consideró que ese era el lugar y gente donde podría prestar sus servicios. Para llevar a cabo su objetivo, Albert Schweitzer ingresó a la universidad de Estrasburgo con el firme propósito de estudiar medicina a pesar de que sus preferencias se encontraban en la música, la predicación y la literatura. Schweitzer hubo de realizar grandes esfuerzos al iniciar la carrera de medicina pues no sentía inclinación alguna por ella, sin embargo estaba decidido a convertirse en médico.

Mientras Schweitzer se preparaba como médico, encontró en Helen Bresschweitzer2.jpgslau, la que sería su esposa, un apoyo decidido al compartir con él todos sus anhelos. Helen, a su vez, estudiaba enfermería, de modo que al terminar ambos sus respectivas carreras, contrajeron matrimonio, con la ilusión de partir pronto al África

Cuando ya todo estaba dispuesto, Schweitzer y su esposa partieron de Günsbach rumbo a Libreville, donde llegaron el 13 de abril de 1913. Tras fatigoso viaje llegaron a Lambarene, lugar donde el doctor Schweitzer y su esposa iniciarían su ardua labor, pues no había, en 500 kilómetros a la redonda, ningún otro médico; ahí fueron recibidos en la estación misionera por africanos cristianos.  Las consultas médicas tenían que hacerse al aire libre, lo que dificultaba el servicio, pero el doctor descubrió la existencia de un gallinero y ahí improvisó un hospital, donde sólo pudo colocar una cama de campaña.

El trabajo en el hospital era cada vez más intenso, sin embargo el doctor lo realizaba con gran alegría por estar en un lugar donde la tarea que se había impuesto era de gran utilidad para sus semejantes.

En agosto de 1914, el doctor Schweitzer se enteró del conflicto bélico mundial, en el que Francia y Alemania luchaban en frentes opuestos. La Primera Guerra Mundial afectó a los Schweitzer debido a que siendo Alsacia territorio alemán, como consecuencia de la guerra franco-prusiana, teóricamente ellos eran alemanes y la Sociedad Misionera Parisiense, con la cual trabajaban, y el territorio en donde residían, correspondían a Francia. Ese mismo día, 5 de agosto, las autoridades francesas de la colonia les hicieron saber que eran prisioneros de guerra aunque podían seguir ocupando la casa donde vivían.

Como prisioneros de guerra se les prohibió toda forma de comunicación, no podían hablar con nadie, ni con blancos, ni con nativos y, obviamente se les negó continuar con su trabajo en el hospital. Para los africanos era una situación difícil de comprender: los blancos les habían llevado prédicas de amor mediante el evangelio y no entendían cómo podían estar luchando entre sí. Siendo el único médico en muchos kilómetros a la redonda, causó indignación el que se le evitara ejercer su profesión, sólo porque Francia y Alemania estaban en guerra. Después de tres meses, el doctor fue autorizado a reanudar su trabajo en el hospital con el beneplácito de nativos y blancos.

La guerra le hizo pensar en que no somos tan civilizados como pretendemos y que era el momento de escribir sobre la civilización.

Los Schweitzer habrían de enfrentar un nuevo revés: en septiembre de 1917, se les ordenó abandonar África con el fin de ser confinados a un campo de prisioneros de guerra. En marzo de 1918, fueron trasladados a otra prisión exclusiva para los reos de guerra alsacianos, sin embargo, en el mes de julio se llevó a cabo un intercambio de prisioneros, acto que les permitió, aunque enfermos, regresar a su pueblo.

En diciembre de 1919, Schweitzer, a invitación del arzobispo sueco Soderblom, realizó una gira por las principales ciudades de Suecia dando conferencias y recitales de órgano. El éxito que alcanzó en la gira, propició que renaciera el interés por apoyar al hospital de Lambarene, lugar a donde volaba constantemente el pensamiento del doctor, preguntándose si algún día podría reanudar ahí, su trabajo.

El 21 de febrero de 1924, el médico misionero partió, por segunda vez, al continente africano. Después de casi once años de ausencia, Schweitzer encontró el hospital seriamente deteriorado, a pesar del intento de los misioneros franceses por reparar el techo. Al hospital del doctor Schweitzer llegó personal de apoyo: un par de médicos y enfermeras.

Hacia 1925, Albert, a pesar del esfuerzo desplegado para la reconstrucción del hospital, Schweitzer consideró necesario trasladarlo a un sitio más apropiado y utilizar el material que le llegaba de Europa para el nuevo edificio.

En 1927, parte de las nuevas instalaciones ya eran utilizadas para brindar servicio médico a los, aproximadamente, doscientos cincuenta pacientes que acudían al hospital. Por espacio de diez años, entre 1927 y 1937, el doctor Albert Schweitzer, pasaba largas temporadas lejos de Lambarene, dando conferencias en diferentes países europeos, con la finalidad de reunir fondos para el hospital. Entre viaje y viaje a Europa, también se daba tiempo para estar con su esposa e hija.  

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Con sesenta y cuatro años de edad y estando en Günsbach, Schweitzer se enteró de que una Segunda Guerra Mundial era declarada. Lógicamente, Schweitzer comprendió que, como resultado del conflicto bélico, las comunicaciones entre Europa y África serían interrumpidas, y antes de que eso sucediera decidió regresar al hospital.Nuevamente el conflicto mundial ponía al doctor Schweitzer entre la espada y la pared, porque tenía amigos en Europa que estaban luchando en el bando contrario. Dicha situación le entristecía, dada su esencia espiritual contraria a todo concepto de guerra y lucha.

La mayoría de los pacientes de Albert eran paganos, entonces implementó en las salas del mismo hospital sencillos servicios religiosos todos los domingos. Sus prédicas las hace en francés, valiéndose de parábolas, las que son transmitidas a los feligreses por un intérprete.

Agotado y con 73 años encima, regresa a Europa en 1948, y durante su estancia en Suiza, tiene la alegría de ver a su hija Rhena en compañía de su esposo y conocer a sus nietos.

En 1952 se le concede el Premio Nobel de la Paz.

El médico misionero que dedicaría gran parte de su vida a mitigar los dolores físicos y espirituales de los nativos en el hospital de Lambarene, murió a los 90 años de edad, el 04 de septiembre de 1965.

Finalmente, el médico misionero vería erigirse el hospital al pie de la colina, con sala de espera y de pacientes, con piso de cemento y amplios ventanales sin vidrios, cubiertos con tela metálica para evitar los mosquitos.




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