Escapé de mi hogar porque dos tíos míos y un primo abusaban sexualmente de mí. Mis padres fallecieron cuando un derrumbe arrasó la chabola donde vivíamos. Fue la familia de mi padre quién me acogió, y ya desde los primeros días me violaban sin compasión. Escapé a las calles, y en ellas aprendí a sobrevivir recogiendo las sobras de los bares y mendigando.
Por las noches me refugio en las cloacas. Me conocen por la Niña de las Corbatas, y os contaré porqué: Cuando otro niño de la calle muere, siempre lo entierran con ropas sucias y rotas. Nadie llora, nadie le acompaña. Yo, cuando me entero que ha muerto, voy y llevo la corbata más bonita y con todo el respeto se la pongo alrededor del cuellecito. Y al hacerlo, le digo en voz baja: Pobrecito, ahora ya sí puedes ser un niño.