Quiero contaros la historia de Luis. Todo comenzó una mañana en la que Luis abrió los ojos con miedo. No quería despertar. El sueño era su mayor refugio. En silencio, con precauciones, retiró la manta que le cubría, y con cuidado, recogió los cartones del suelo que le protegían de la humedad de la noche.
Como siempre, su madre estaba ya trabajando en la casa, a duras penas cuatro paredes de madera y un techo de tablas lleno de agujeros. Sus cinco hermanos continuaban durmiendo todos juntos en la única cama de la casa.
Luis estaba inquieto. Sabía que su padrastro estaba a punto de llegar. De su padre ya no se acordaba. Hacía cinco años que se marchó y no habían vuelto a saber más de él.
Su padrastro les pegaba violentamente. Siempre ebrio, bravucón y agresivo, convirtió en un infierno la vida diaria de su família.
Aquel día, Luis recibió una paliza.
Por la noche, ya de madrugada, Luis recigió lo poco que tenía: dos zapatos. Tomó uno de los cartones en los que dormía, y con un lápiz roto escribió la palabra mamá y dibujó un corazón a su lado. Después miró a sus hermanos y llorando se marchó.